29 mar 2012

GOYA. LUCES, SOMBRAS Y CUADROS COLGADOS DE LA PARED.


Debo confesar que los únicos datos relevantes que conservaba de Goya eran: uno, que nació en Fuendetodos, porque hace muchos años fallé la pregunta jugando al Trivial y desde entonces he retenido esa información por razones que se me escapan; dos, que lo llamaban ”afrancesado” debido a una particular aversión a las patatas mezcladas con la tortilla. Aparte de esto, el rastro de mi ignorancia se podía oler desde la Gran Vía mientras mis pies traspasaban la puerta giratoria que no giraba y esquivaban la algarabía de escolares que celebraban la recién estrenada primavera en el hall de entrada al Caixaforum.  
El comienzo no fue fácil, ya que mi memoria visual se empeñaba en relacionar los fondos que encuadraban las primeras escenas costumbristas con ciertos tapices que presiden los salones de todas las abuelas que he conocido, y así es realmente complicado apreciar el sutil equilibrio entre la composición neoclásica y el virtuoso preciosismo de la influencia rococó. Es posible que fuese a raíz de un extraño efecto óptico producido por el quitasol que da título al cuadro, o quizá porque me arrimé a un grupo de jubilados con guía, pero sin darme cuenta mi cabeza había dejado de sabotearme y creí empezar a entender alguno de los motivos por los que todo el mundo había intentado convencerme de que tenía que venir a la exposición, que se trataba de una oportunidad irrepetible a no ser que tuviese dinero suficiente para el AVE (que no es el caso) y que era tonto retonto si no venía. En vano traté de hacerles entender que no es que no me interesara, pero es que yo soy más de Velázquez.
Las obras comenzaron a sucederse sin prisa, empecé a observar desde la distancia la expresiva luminosidad de los retratos (el de Jovellanos lo reconocí enseguida porque ilustraba, nunca mejor dicho, uno de mis libros de literatura del instituto), para acto seguido acercarme a un palmo de los lienzos con la intención de admirar el detalle en la pincelada y porque había dos señoras empeñadas en entrometer la desmesura de sus peinados en mi campo de visión. Mi capacidad de asombro parecía encontrarse al límite al llegar a los grabados. Y hasta aquí puedo leer. Porque soy incapaz de describir la terribilidad y el placerismo que me produjeron, y porque si quieren un análisis exhaustivo pueden ustedes comprarse un libro de la Taschen, que para eso están.
Dos horas después de haber entrado, salía de la exposición un poco más cansado y también más contento. Tanto, que incluso me animé a dar una vuelta por la muestra de Delacroix que anunciaban en otra de las salas, aunque lo único que sabía sobre él es que era romántico y que, en principio, no tenía problemas con las tortillas.

Goya. Luces y sombras. En Cosmocaixa Barcelona, hasta el 24 de Junio.

22 mar 2012

EL DÍA DESPUÉS

Sólo por molestar, inauguramos en este momento el Primer Día Posterior a la Celebración del Día Mundial de la Poesía. He aquí mi humilde aportación:

Odio la poesía
no podéis imaginar cuánto
pero sobre todo odio los poemas
con sus figuras y recursos
y su desperdicio de papel
jamás escribiré uno
así que no esperéis nada de mí
advertidos estáis

Próximo evento: Día Mundial de los Amigos de la Prosopopeya.
A ver si así me entero de lo que es de una maldita vez.


16 mar 2012

JAI JOU



Quedémonos con lo bueno. Con las melodías y la urgencia y el jai jou lets gou.
Hagamos como que tu vecino no la lleva puesta mientras escucha reguetón.
Olvidemos por un instante que la has visto expuesta en el escaparate del Pulanbiar, junto a unos calcetines de los Who y unos gayumbos de los Sex Pistols.
Efectuemos un supremo esfuerzo para evitar una comparación numérica con las imágenes estampadas del Che.
Ahora abre una botella de loquesea y brindemos por que cumpla muchos más. Incluso puedes enfundarte tu camiseta y brincar como un demente.
Pero, por Dios, no te la pongas para salir a la calle.