Por supuesto, en el año 82 nada sabíamos acerca del filósofo del mismo nombre, ni de la lucha por la democracia en Brasil o de lo que significa ser al mismo tiempo licenciado en medicina y capitán de la selección brasileña. Lo único que sabíamos era que aquel tipo nos fascinaba. Quizá por su aspecto, que más tarde identificaríamos con el de algún romántico héroe revolucionario. O tal vez por ese trote que escondía una elegancia inimaginable dentro de un cuerpo desproporcionado. No nos hace falta recurrir a You Tube para recrearnos una y otra vez en ese balón entrando por el palo corto de Dino Zoff. Cómo podríamos olvidarlo. Sócrates, al igual que aquel equipo irrepetible, jamás ganó nada relevante. A pesar de ello, es difícil que se borren de nuestra retina sus pases, taconazos y filigranas. O los de Zico, Falcao, Cerezo. Y eso es mucho más de lo que se puede decir de la mayoría. Incluso de los que ganaron aquel mundial, y casi todos los que vinieron después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario